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Mujeres y Franquismo en el Gran Bilbao: Represión y Resistencias
Era más la miseria que el miedo de Belén Solé y Beatriz Díaz
Martes 27 de enero de 2015
Investigación “Mujeres y memoria de la represión franquista en el Gran Bilbao”
La represión franquista tuvo múltiples caras y llegó a todos los ámbitos de la vida cotidiana; se cebó con especial crueldad en las familias con algún miembro ex combatiente o destacado en el bando republicano. Muchas de ellas perdieron sus viviendas y sus pertenencias, condenándolos a la miseria más absoluta. Los peor parados fueron los huérfanos, las viudas y las familias de los presos y presas, que fueron despreciados y señalados por las autoridades franquistas. El exilio interior fue la única salida para muchas personas.
Algunos estudios recientes contribuyen a revitalizar el conocimiento y valoración sobre una época donde la mujer quedó relegada al hogar, en la que la legislación restrictiva y la educación impulsada por el nacionalcatolicismo (a través de la Sección Femenina, Auxilio Social o la propia Iglesia) trataron de “reeducar” a la mujer en aquellos valores del nuevo régimen. La represión que sufrió la mujer fue especialmente dura en aspectos relacionados con la supervivencia, la vida cotidiana, la moral, la educación, la sexualidad o el ocio, y que ha permanecido silenciada en gran medida.
El libreto titulado “Era más la miseria que el miedo. Mujeres y Franquismo en el Gran Bilbao. Represión y resistencias”, autoeditado por ELKASKO, es fruto de esta investigación.
Tras el contexto histórico, el documento detalla los diversos mecanismos de represión dirigidos expresamente a las mujeres, aquellos que les afectaron diferencialmente y las formas de respuesta y resistencias de las mujeres a esta realidad. La última parte recoge propuestas de discusión, análisis e investigación desde la comunidad local sobre el tema presentado, como recurso en ESO y Bachillerato, en formación de adultos, grupos de mujeres, seminarios sobre género y otros espacios formativos.
VIOLENCIA SEXUAL
Una forma de represión muy específica que sufrieron las mujeres fue aquella que incidía en su dignidad e integridad sexual. La violación ha sido y sigue siendo una contundente arma de guerra, así como la violencia sexual, pues somete la dignidad de los vencidos y tiene un claro efecto en la psicología del oponente. Existen relatos sobre mujeres que, siendo presas del ejército golpista, se negaron a aceptar relaciones sexuales con miembros de fuerzas militares, aún bajo la amenaza de fusilamiento. Circularon de boca en boca y se convirtieron en símbolo y ejemplo de resistencia a la represión.
Y luego mi madre nos contaba que había chicas muy guapas, también jóvenes, que como no querían ir con los guardias, las fusilaban. Por la noche, porque no querían ir con ellos, preferían morir antes que ir con ellos. Encarnación Santamaría (Sestao, 1932)
En el contexto de la ocupación de pueblos y ciudades, acompañadas de saqueos y de la huida de parte de sus pobladores, también se dieron abusos sexuales y violaciones por parte de las fuerzas ocupantes, permitidas o alentadas por los mandos superiores como parte de la estrategia de terror en la guerra:
(...) he oído contar a mi familia de Elgeta cómo los moros que venían con las tropas de Franco tenían carta blanca y allí debieron de haceratrocidades con las mujeres. Y a una que desapareció del pueblo, la encontraron en el monte muerta, toda hinchada, toda reventada. De [lo que le hicieron] ellos.
Miren Begoña Sánchez Aranzeta (Barakaldo, 1935)
También en los centros de detención era habitual que las mujeres sufrieran abusos sexuales como forma de presión durante los interrogatorios.
Esta forma de violencia, ejercida de forma sistemática, fue más frecuente durante la guerra y en la primera etapa del franquismo. Más adelante, en los años 60–70, se visibilizó en espacios públicos comolas manifestaciones, donde las mujeres eran insultadas por la policía y agredidas por grupos de extrema derecha.
La violencia sexual es un aspecto de nuestra Historia aún poco conocido y difícil de investigar, porque esta forma de violencia era y es practicada en un contexto social de permisividad o de impunidad, fundamental para permitir que las situaciones no afloren o que las denuncias no sean consideradas. Por eso afectaba y afecta a todos los ámbitos de la vida de las mujeres, como es el ámbito laboral. Felisa Martínez recuerda el acoso sexual sufrido cuando trabajaba como cocinera en el sanatorio de Altos Hornos de Bizkaia:
Yo fui un poco acosada en el sanatorio. Por un enfermero, que se empeñó, no se lo dije a nadie y sufrí yo sola. Se empeñó que andaba detrás de mí, “yo es que puedo querer a dos mujeres, a mi mujer y a ti”. (…)
Otro de aquí de Cueto también, aquel fue una cosa terrible, venía con mala intención, no venía con intención de casarse, no.
Felisa Martínez (Sestao, 1918)
La culpabilización y la falta de credibilidad que se imponía sobre las mujeres afectadas y sus familiares evitaban la denuncia y desembocaba en el silencio, que durante décadas ha permanecido:
(...) no es como ahora que todo se cuenta. Eso quedaba en secreto. Eso
nadie lo contaba. Sabíamos que las habían llevado pero no sabíamos
lo que les habían hecho. Y ellas jamás lo han contado. Eso era como…
Algo tremendo. Palmira Merino -Sestao, 1944
Ver en línea : https://elkaskoasociacion.wordpress...